lunes, 19 de abril de 2010

LA CARNE EN EL ASADOR


La presentación fue todo un éxito.


Y como siempre, no fue mérito mio.


Rubén Pellejero es un autor con cuarenta años de carrera a sus espaldas. Da vértigo pensar que ya publicaba tebeos cuando yo nací (no aparenta los años que tiene) pero es genial ver cómo hay autores, que tras tantos años de profesión mantienen intactas sus ilusiones, su actividad y ( lo que es aun más extraño) su habilidad plástica y narrativa.


Hay muchos ejemplos de grandes autores que pierden "brillo" con los años. Hablo de gente tan incontestable como Giardino o Juliard, que siguen siendo magníficos dibujantes y narradores pero cuyo acabado se resiente por un mero factor físico. No es el caso de Rubén, un auténtico virtuoso ahora como hace 20 años.


El caso es que por problemas familiares con los que no os aburriré, tan sólo pude compartir un par de cervezas y la presentación con Rubén. Hacía unos años que no coincidía con él en ningún evento (el año pasado en Avilés, el se fue cuando yo llegaba) y no me sorprendió comprobar que no se acordaba de mi. Sorpresa no, pero si un pequeño escozor.


Pese a mi obligada modestia (¿acaso hay algo más patético que un aficionado con ínfulas?) hubo un pinchazo de decepción en el hecho de que no me recordase. Dos conversaciones hace un lustro pudieron dejar gran huella en mi pero pensándolo bien, sería ridículo pensar que tuvieron alguna importancia para él. A fin de cuentas, yo soy quien admira su labor y no al contrario.


Una vez pasada la cura de humildad, de nuevo experimenté esa agradable sensación de cercanía que él transmite y pude disfrutar de una charla enormemente didáctica a cerca de cómo afronta el proceso creativo y de aspectos poco conocidos de su carrera.


Soy de naturaleza optimista y positiva y cuando tengo la oportunidad de conversar con alguien de su talento (es uno de los grandes de la historieta española, objetivamente hablando) y a quien admiro tanto (subjetividad que amplifica el placer) dejé de lado los pequeños sinsabores del día y disfruté como un enano.


Quienes asistieron a la presentación pudieron recibir gran parte de esa información, sentir su modestia, su cercanía. Todos sabían de su enorme talento y quienes quisieron tuvieron su álbum dedicado con un precioso dibujo.


Una tarde maravillosa.


Tengo que agradecer a Astiberri y a Joker su generosidad dejándome hacer presentaciones como esta, en la que el tiempo se fue volando y tuve que recibir no una sino dos señales para que diéramos fin a la charla (que hubiera durado fácilmente una horita más) y la gente obtuviera su ansiado dibujo.


Y es que cuando uno está en compañía de según que gente, el tiempo pasa volando.




miércoles, 14 de abril de 2010

EN CARNE VIVA

No, amigos, no. No he decidido ampliar los temas de mi blog a mi esfera profesional. Me encanta que mi trabajo se limite a las horas en las que recibo una remuneración por realizarlo.
Aquí hablo de lo que me gusta.
Y lo que me gustan son los libros y los tebeos (bueno, también está la comida, las mujeres y la música pero digamos que en esos temas mi opinión es más amateur, menos elaborada).
Y en esta ocasión, toca hablar de un dibujante al que llevo años admirando.
Hay muchos dibujantes que me gustan pero pocos dibujan como a mí me gustaría poder hacerlo.
No me gustaría dibujar como Jack Kirby o John Buscema. Tampoco como Jim Lee. Sin embargo, me encantaría dibujar como Alan Davis, el Byrne de los X Men o Art Adams.
De los dibujantes españoles, daría un brazo por dibujar como Prado, como Jan...o como Pellejero.
No es sólo lo bien que dibujan y narran sino el placer estético que me produce cualquiera de sus obras.
Conocí a Rubén Pellejero hace unos años, en uno de esos salones de nuestra geografía. Le admiraba profundamente y me sorprendió su accesibilidad, su autenticidad y humildad.
Más me sorprendió que tiempo después, en Gijón, no sólo se acordada de mi cara sino también de mi nombre, puesto que tan sólo habíamos hablado unos minutos.
Ahora, Fernando "me pide" que sea yo quien presente el último álbum de Rubén Pellejero, un precioso álbum editado por Astiberri. Entrecomillo lo de "me pide" porque sabe bien la ilusión que me hace, ilusión de "fan" puro y duro, el presentar una obra de este autor.
Y aquí ando, releyendo entrevistas y La Línea de la emoción, la excelente monografía que le dedicó Florentino Florez ( y no Faustino, como puse inicialmente y que sólo hace el prologo, tal y como me ha apuntado el amigo Jaume) y que editó el Casal Solleric.
Si vivís en Bilbao y alrededores y os gusta el buen cómic, deberíais acudir a esta presentación. El autor lo merece...y sus bellos dibujos de dedicatoria también.
¿Cuando?
El próximo viernes 16 de Abril a las 7 de la tarde.

lunes, 12 de abril de 2010

A LA CARA


Me gusta la literatura de género. No leo novela romántica, leo algo de novela histórica y por épocas me atiborro a libros de ciencia ficción y policíacos. Leería más fantasía si más hubiera buenos libros.


Hoy toca hablar de un policíaco.


A la Cara es una novela escrita por Crhista Faust, una señora o señorita a la que no tenía el gusto de conocer. No suelo leer libros de escritores desconocidos salvo que tengan una referencia impecable, bien en forma de recomendación de un amigo o bien porque el editor me ofrece una confianza más que suficiente. En este caso se dieron ambos factores.


Que a mi librero le gustara la novela me pareció un buen detalle, pero tratándose de un libro traducido y editado por Oscar Palmer, ya eran dos las referencias de confianza.


Oscar Palmer se ha lanzado a la heroica misión de editar libros como profesión. Si, lo pongo en negrita porque yo también soy editor pero como afición, es decir, sin la presión de necesitar una rentabilidad económica ni una continuidad. Si fuera un tipo solidario, compraría este libro sólo por simpatía pero creo que comprar libros porque te cae bien el editor es como comprar un cuadro porque te cae bien el pintor: es un criterio equivocado. Es el libro ( o la pintura) la que te debe impulsar a comprarlo.
Lo otro es una forma mal entendida de caridad. Y un terrible error.
Por ello, si recomiendo ahora este libro, como otros muchos tebeos y libros, nunca lo haría desde la amistad, pues es un flaco favor que desprestigia a quien lo hace y quien lo recibe. No, si recomiendo este libro es porque desde su más absoluta falta de pretensiones me ha divertido como los mejores clásicos del género (curiosamente igual de faltos de pretensiones...)
Una actriz porno retirada que ahora ejerce de algo así como de manager de actrices porno, se ve envuelta en una oscura trama en la que un maletín robado deja un rastro de asesinatos mientras los matones de turno tratan de recuperarlo.
La trama no es el colmo de la originalidad pero en cambio, el ambiente de pornografía y el endiablado ritmo que la autora pone a la acción, hacen de esta obra una entretenidísima lectura sumamente adictiva.
El libro cuesta 16 euros. Poco más o menos lo mismo que los de la colección negra de RBA pero con mejor papel, impresión y probablemente traducción.
Terminé el libro en un par de sentadas pese a que tenía otras lecturas más urgentes.
Supongo que es lo que llamaríamos placeres culpables. Yo prefiero hablar de darse el gusto. Suena mejor. Y es más adecuado.
Muy recomendable.
Por cierto, la portada muy bonita y adecuada.

viernes, 9 de abril de 2010

EL CIENTIFICO REBELDE



En la foto, Freeman Dyson, físico, matemático y divulgador. No es tanto el protagonista del titulo del post (aunque también)como el autor del libro homónimo.


Aunque soy lector de tebeos más que de libros y de ficción más que de ensayo, no significa que no lea libros de ensayo, sino todo lo contrario. Mi dieta lectora incluye un promedio de dos a cuatro libros mensuales ( depende del mes en cuestión y del grosor del libro), cifra despreciable en comparación con los 30 a 60 tebeos que leo mensualmente.



Es evidente que el tiempo de lectura de un comic book anda en torno a los cinco minutos en la actualidad (diez si lees en inglés y el escritor no te lo pone fácil) y la novela gráfica más densa ( Notas al pie de Gaza de Sacco por ejemplo) no suele tardar en ser leída más que una novela de 200 páginas, por lo que uno puede leer muchos tebeos al mes en pequeños huecos, mientras que para leer un libro de ensayo, hace falta concentración y dedicación más intensa.



Aun así, aunque sea por salud mental, tengo que variar mi dieta lectora y cuando encuentro un libro interesante siempre me apetece comentarlo.



Nunca se me dieron bien las matemáticas, la física o la química. Tampoco es que fuera mal estudiante, pero no me gustaban y me costaba ponerme a estudiarlas. Luego, claro, uno se arrepiente de no haberles prestado más atención, ya que la mecánica cuántica es lo más parecido a la teología para un agnóstico...



El caso es que Freeman ( toma nombre molón) Dyson, ha escrito varios libros de divulgación que son francamente amenos e interesantes, así que adquirí esta edición de bolsillo con la idea de leer los artículos de los que se compone en momentos sueltos, minutos basura que mi trabajo me deja y que a menudo no uso para nada productivo.


El Científico Rebelde es ante todo una recopilación de críticas literarias escritas para el New York Review, textos densos, verdaderos ensayos propiciados en torno al tema que sugiere l lectura de un libro. Dichos ensayos tienen un doble efecto, ya que son textos válidos por si mismos pero normalmente provocan también interés por la obra referenciada, abriendo un interesante abanico de futuras lecturas.
Hay un apartado: "Guerra y paz", el menos interesante a priori, en el que reedita capítulos de otro libro suyo ( Weapons and Hope) que me ha sorprendido gratamente ya que parecía una reflexión sobre la política de bloques militarista ( y en eso ya tengo un criterio formado) pero los datos y la información suministrada me han ayudado a reforzar mucho mi discurso.
Dyson es un científico que no teme especular e imaginar (suya es la Esfera de Dyson y otras interesantes especulaciones dignas de los mejores escritores de SF) y un hombre de ciencia que da mucha importancia a la ética.
Me divertí con la sección dedicada a la historia de la ciencia y los científicos, trufada de curiosas anécdotas o con los "temas candentes" de la ciencia contemporánea pero el apartado que más me ha hecho disfrutar es sin duda el grupo de ensayos personales y filosóficos con títulos tan sugerentes como ¿Esta Dios en el laboratorio? o La religión observada desde fuera, con los que he tenido un estimulante y elevado grado de sintonía.
El científico rebelde es un libro actual pero no de actualidad. Su función no es tanto mirar hacia el presente como hacia el pasado y el futuro y por ello es una lectura tan válida hoy como dentro de dos o tres décadas. Oír hablar a alguien sabio te hace sentirte, aunque sea por unos minutos, participe de esa sabiduría. Con Dyson pasa algo similar. Le lees, le entiendes y alimentas la ilusión de compartir una sabiduría que lamentablemente está al alcance de muy pocos.